Este verano de 2022 realicé una travesía de aventura en motocicleta. Un viaje redondo desde Villahermosa Tabasco México hasta Anchorage Alaska con el cual completé el recorrido a todo el continente americano. Fuera de los temas de paisajes, contextos socio culturales y económicos que pude percibir en mi reciente periplo, deseo enfocarme en el tema de combustibles y energéticos. En México el litro de gasolina Premium me costó en promedio entre 24 y 25 pesos. En la frontera norte el precio rondaba los 19 pesos. En California USA el precio fue de 38 pesos el litro. En el Yukón Canadá llegué a pagar 40 pesos por litro de gasolina regular. La crisis energética se resiente con más crudeza en el norte del continente americano. Algo similar –por no decir peor- es lo que ocurre en Europa.
La crisis energética mundial de 2022 producto de la coyuntura de la guerra Rusia-Ucrania, la pandemia de COVID19, el rol de China en el ámbito internacional y otros fenómenos geoestratégicos sorprendió incluso al primer mundo. Esto sacudió los paradigmas y sistema de creencias aceptados por décadas. Un descubrimiento fue que la energía es un insumo vital para sociedades y naciones. Un asunto de seguridad nacional. Otro ha sido que penosamente el libre mercado en las crisis da lugar a aberraciones en el tema de precios, muchas veces producto de especulación o deficiente regulación. Europa actualmente asume que el Estado debe intervenir en el sector energético para asegurarse que no se distorsionen los precios y la disponibilidad. Otro tema que se ha consensuado es que las energías renovables como las eólica y solar con sus limitaciones (variabilidad, intermitencia, carencia de inercia rotatoria) lamentablemente no pueden resolver de momento el abasto de energía ni la descarbonización del sector. La opción nuclear está posicionándose como una alternativa atractiva y viable de energía limpia en tanto no existan otros medios más prometedores. Varias naciones, entre ellas Alemania, han incrementado la generación de electricidad con carbón a pesar de que es altamente contaminante. En casos extremos, en Reino Unido y otros países queman madera para generación de calor y como insumo primario para producir electricidad. Lo irónico es que el quemar madera de arboles y bosques lo consideran fuente renovable. Así de ese tamaño es la crisis y desesperación.
Por cuestiones técnico-económicas los combustibles fósiles siguen y seguirán prevaleciendo en la matriz de generación eléctrica mundial en el corto y mediano plazo. Predominan el gas y el carbón. Se asume que en el invierno 2022 -a menos que los gobiernos intervengan atinadamente en sus respectivos sectores- los precios de los energéticos se eleven a niveles inéditos.
En 2012 el premio nobel Mario Molina (fallecido en 2020) propuso analizar la posibilidad de reducir o eliminar en México los subsidios a las gasolinas, el diésel y la electricidad bajo el argumento de que no son justificables ya que las clases con mayores recursos se benefician hasta con el ochenta por ciento de esos apoyos. Agregó que la sociedad al estar acostumbrada a energéticos baratos no hace esfuerzos para ahorrar a menos que se implementen medidas para evitar el desperdicio. Entre los pros de tener energéticos baratos está obviamente el beneficio económico en el bolsillo de los consumidores en los diferentes segmentos. Los industriales señalan que les da competitividad. Los economistas, que ayuda en ocasiones a controlar la inflación. Hay interesantes experiencias que vale la pena tomar en cuenta. Una de ellas es la de la industria automotriz norteamericana de los 70’s del siglo pasado que fue rebasada por la japonesa. En los Estados Unidos de América se tenían combustibles y energía eléctrica baratos y en abundancia, mientras que en Japón eran caros y escasos, lo que obligó a los orientales a innovar en una férrea búsqueda de eficiencia, calidad y precio. Llegó la crisis del petróleo de esos años y tomó a Detroit y a las grandes marcas norteamericanas desprevenidas, adormiladas. Los resultados son de sobra conocidos. Toyota, Honda, Nissan, entre otras, superaron a las norteamericanas en su participación en el mercado mundial. Tener recursos e insumos baratos a veces es contraproducente porque inhibe la productividad, eficiencia, la innovación y la mejora, factores que son precisamente los que confieren competitividad.
Cuando los insumos, en el caso los energéticos, son artificialmente baratos por efecto de los subsidios, hay dispendio, derroche, desperdicio. Provoca un excesivo e ineficiente consumo. Esta alta demanda superflua, en el caso de la energía eléctrica, obliga a tener que construir centrales e infraestructura y generar electricidad en demasía lo cual actualmente es sumamente costoso y complicado (se requieren presupuestos multimillonarios, es común la oposición a nuevas obras), en detrimento de las finanzas nacionales y del medio ambiente.
Se espera y desea que esta crisis energética se convierta en un catalizador de innovaciones disruptivas en el sector energético de manera similar a lo que ha sucedido en el sector salud durante la pandemia de COVID19. En tiempo record se han desarrollado nuevas vacunas, fármacos, procedimientos. Un aspecto fundamental para detonar la creatividad y la innovación sin duda es la necesidad. Debido a la crisis energética apremia impulsar de manera vigorosa y eficaz la investigación y desarrollo que dé lugar a innovaciones que nos permitan generar, gestionar y consumir la energía de manera más eficiente, limpia y barata.
Depender de los combustibles fósiles para la generación de electricidad y otras energías provoca inevitablemente contaminación y el agotamiento de recursos no renovables. Representa un peligro para la civilización y la vida en el planeta. Desafortunadamente ni en el plano internacional ni en México podemos esperar energéticos baratos en el corto o mediano plazo. Sea energía eléctrica, gasolinas, diésel, gas. Los precios de los combustibles están expuestos a variables de mercado –a menor disponibilidad (real o ficticia) mayor precio- y geopolíticas como los conflictos Rusia-Ucrania, que pueden llevar a niveles estratosféricos los petrolíferos y sus derivados. Es muy difícil que los gobiernos soporten subsidiar los energéticos por largos periodos de tiempo con los precios que dicte el libre mercado al consumidor final por la enorme cantidad de dinero que esto representa. La clave está en la regulación y en la innovación.
Mientras llegan las innovaciones esperadas y deseadas, una opción sensata es y será el ahorro y la eficiencia. Ahorrar energía significa lograr el mismo nivel de confort y productividad con menor consumo energético. Para esto se requieren aparatos y equipos de alta eficiencia asociado a otras acciones y medidas con el mismo fin. Especialmente lo que tiene que ver con hábitos y cultura en el uso de los energéticos.
Cuanto más crece la población en nuestro planeta, mayor es la demanda de energía, indispensable para el desarrollo y calidad de vida de personas y sociedad. No podemos siquiera imaginar la humanidad como la conocemos sin ella. Un escenario pesimista –hasta catastrófico- para cualquier nación sería no contar con energéticos suficientes para el crecimiento, desarrollo, bienestar, lo que implicaría un caos y eventual colapso. Debemos entender que es imperativo tomar medidas para buscar y lograr suficiencia energética presente y futura en condiciones de cantidad, calidad, precio y sustentabilidad. Es menester que gobiernos, iniciativa privada, academia, sociedad civil, de manera colegiada y en sinergia procuren por la innovación y eficiencia. Ahorremos y hagamos un uso responsable de los energéticos. Las condiciones y calidad de vida de esta generación y subsecuentes dependerán en buena medida de ello.